domingo, 1 de enero de 2012

El año en que recogí preciados frutos, por Cameron Tucker.


En nuestro afán por dejar testimonios de nuestras vidas, Emmett, Wallace y yo hemos decidido que vamos a hacer un pequeño balance individual del año que acaba de terminar (con el objetivo de, en un futuro próximo, cuando seamos ricos y exitosos, podamos echar la vista atrás y regocijarnos por lo mucho que ha evolucionado nuestra vida, y lo bien que nos han tratado los años). 

Empecé el año como el profesor más joven de mi facultad y lo termino de la misma manera (lo que es mucho decir en estos tiempos que corren) eso sí: cobrando lo mismo e impartiendo cuatro asignaturas en vez de una, lo que, a priori, podría parecer un terrible drama, pero que, en realidad, es un buen camino. Me he integrado en mi departamento de una forma brutal, y siento que me he convertido en "la gran esperanza blanca" de la Literatura Comparada en la Universidad de Woodsboro. Además, he creado una sólida red de contactos basados en los favores mutuos y en la fidelidad que ya me ha dado más de una alegría. Encaro, laboralmente, este nuevo año cruzando los dedos para que todo, al menos, siga igual, o... incluso pueda conseguir un jugoso contrato que me haría el chico más feliz del mundo.

En lo referente a los viajes, mi gran pasión a la par que la cultura, la universidad y los hombres, ha estado bien... aunque no ha sido brillante. En mayo estuve en Roma (mi querida Roma, mi eterna Roma) con el matriarcado, saldando una deuda que ésta tenía conmigo después de que mi familia no pudiese visitarme durante el año que viví allí. Además, pasé casi todo agosto de mochilero en los Balcanes, recorriendo cinco países y acumulando anécdotas memorables y experiencias.
También he tenido algunos viajes de trabajo, por investigación y congresos: Madrid, Salamanca, Soria (con mi jefa y mi director de tesis)... que si bien no han sido ninguna gozada, sí que han sido clave en acontecimientos posteriores. Así que, en el tema de viajes, también genial. 

Mi tesis va viento en popa; mi tercera carrera está a punto de ser culminada entre grandes loores; mi familia goza de salud y de una interrelación más que aceptable; he leído más libros que la mayoría de los años (y me he internado en el mundo de Harry Potter y de "Los juegos del hambre", a la vejez); y, aunque no ha sido un año de grandes salidas, ni demasiado festivo (mi demencial jornada laboral no me deja ni demasiado tiempo libre, ni demasiadas fuerzas de disfrutar éste en las calles) he disfrutado de un ocio óptimo y relajado. 

En lo relativo a amistades, he afianzado, aún más, mi relación con "Las cuatro estaciones" (mis cuatro grandes amigas, de las que hablaré en otra ocasión), he retomado el contacto con algunas personas de mi pasado más remoto, y he aprendido y sido capaz de dejar lastre atrás y de no empeñar mi preciado y precioso tiempo en personas que, en realidad, no me aportan nada.

Y, en lo demás... porqué negarlo... la aparición de El Ruso en mi vida (y, aún más, su sorprendente permanencia en ella) le ha dado a mi ordenada, eficiente y, a veces, gris vida, el toque picante y divertido que le faltaba. El Ruso ha llenado el último trimestre de besos de cowboy, de encuentros furtivos a la salida del trabajo, de piernas temblorosas en la arboleda... El Ruso me ha devuelto, contra todo pronóstico, la posibilidad de dejar entrar a un hombre en mi mundo (después de que mi segundo marido hiciese que le echase silicona a todas las cerraduras). Y por eso, pase lo que pase con él, permanezca en mi vida el tiempo que permanezca, siempre le estaré agradecido.

 

Así que sólo puedo decir cosas buenas de 2011... Por ponerle un fallo: que mi sueldo no es todo lo alto que desearía y que he engordado... Pero no siendo mi peso o mi cuenta corriente lo que más me preocupa en la vida, podríamos decir que son males menores.

Además, lo mejor de todo es lo cargado de proyectos e ilusiones que se presenta el nuevo año... Bien es cierto que todas están centradas en lo laboral: pero también es verdad que, en realidad, es éste el único ámbito donde podemos hacer verdaderos planes. Así que... siempre recordaré 2011 con una gran sonrisa. Bienvenido, 2012, estoy esperando a que me sorprendas.


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