viernes, 27 de enero de 2012

El fin del mundo, por Wallace Wells.

Con esto de que se acaba el mundo he recibido un email interesante sobre cosas que hay que hacer antes de morir, veamos cuáles he hecho y cuáles no:

Aprender a tocar un instrumento: De pequeño tenía un órgano enorme (risas enlatadas) y aprendí a tocar un par de canciones de Enya. Era tan grande que necesitaba ocho pilas de las gordas así que cada vez que se gastaban era una odisea ir a comprarlas y al final lo dejé y gracias a eso empecé a ligar.

Saberte un disco de memoria: No solo un disco sino toda la discografía de Mecano, pues mi madre tenía casi todos los discos y fue lo primero a lo que tuve acceso. Realmente yo de pequeño daba asco.

Viajar a otro continente y besar a alguien allí: Esto queda pendiente. He besado a dos australianos, un argentino y un boliviano pero todo en Europa.

Vivir un fin de año en París: Esto sí, comiendo las uvas delante de la Torre Eiffel, y debo decir que el espectáculo de fuegos artificiales no es tan grandioso como para pasar el frío que yo pasé.

Tener sexo con una persona el mismo día que la conoces: En este campo mi mayor éxito fue tirarme al dj de una discoteca en un cuartillo pequeñísimo que usaban los empleados para cambiarse. Como ocurrió un par de días antes de Halloween el cuartillo estaba lleno de boas, disfraces, maquillajes… parecía que estaba follando en el tocador de Boris Karloff. Y para boa lo que tenía el dj entre las piernas (más risas enlatadas).

Tener sexo en tu lugar de trabajo: Pues sí, también. No con un cliente sino con un compañero en el restaurante.

Leer un libro del tirón: Soy muy fan de Amélie Nothomb, una escritora belga que es contorsionista, come frutas y verduras podridas, fue bulímica y anoréxica sucesivamente, alimentándose de su propio vómito en ocasiones, viste siempre de negro, nunca se peina y siempre usa pamelas para tapar su gigantesca frente. Y además escribe como nadie. Todos sus libros los he devorado en el mismo día que me los compro.

Tocar un arma: Precisamente ayer estaba buscando un cinturón en el cuarto de mi hermano. Abrí un cajón de su armario y encontré una pistola. La miré, la cogí, comprobé que pesaba como yo imagino que pesaría una pistola de verdad, me obligué a pensar que era una pistola de perdigones para cazar patos, cerré el cajón y volví a mi habitación. Así somos en mi familia.



Hacer paracaidismo: Preferiría que se acabara el mundo.

Meterte en una pelea y salir vencedor: ¡Lo he hecho! En el Instituto tenía un compañero de clase que además era vecino de mi barrio y por una cosa o por otra entramos en una espiral de insultos y chismes hasta que la situación no se sostenía más por ningún lado y una noche que yo estaba sacando a Beethoven de paseo con dos amigos me encontré con él y sus primos. Como no estábamos en el colegio era el momento perfecto para solucionarlo todo así que nos liamos a palos. De pronto me vi agarrándolo del cuello mientras escuchaba puñetazos y patadas a mi alrededor y a alguien gritando “¡Coged a Beethoven!”. Cuando nos separaron le escupí y debió pensar que mi saliva era tóxica porque el pobre se puso a llorar.



Escribir un libro: No, pero sí tenía un Fotolog muy famoso que cuando lo cerré hasta recibí en mi buzón una nota anónima escrita con barro donde se me pedía que volviera.

Hacer el amor en un sitio inusual: Los sitios más raros donde lo he hecho han sido -aparte del cuartillo del dj- sobre la mesa de un salón y detrás de una estación de autobuses. Nada tampoco del otro mundo.

Ser infiel: Solo de besos, nada para volverse loco.



Emborracharte: La vez que yo recuerde que más bebí fue un día que Emmett y yo fuimos a casa de un amigo porque íbamos a salir por la noche, empezamos a beber y de pronto me desperté tumbado en el cuarto de baño con un hombre feísimo haciéndome una felación, cuando intenté levantarme no podía y los demás tuvieron que mear conmigo tirado por todo el cuarto de baño como una alfombrilla de ducha. Al final salieron todos y me dejaron en el suelo. A la mañana siguiente descubrí que Emmett se había puesto peor que yo y que habíamos sido los únicos que no habíamos salido, lo que nos unió todavía más, jaja.



Había muchas más cosas para hacer pero son tonterías como enamorarse, escuchar la novena sinfonía, pujar por eBay o terminar una carrera y además me estoy deprimiendo al comprobar que aun estoy en mi veintena y me quedan pocas cosas importantes por hacer antes del fin del mundo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario