martes, 10 de enero de 2012

Happy birthday Mister Honeycutt.

Hasta ahora, jamás me había preocupado cumplir años.
Si por algo se me conoce en Woodsboro es por ser una moza jovial y pizpireta, por mi cabellera de revista y mi cutis perfecto que desafía constantemente las leyes de la naturaleza. Siempre he aparentado menos edad de la que me corresponde, por lo que los cumpleaños no suponían un gran drama para mí.


Pero por varios motivos, este año me hubiese gustado parar el tiempo para no cumplir los terribles 25:

Aunque he conseguido mantener exactamente el mismo peso durante las Navidades gracias a la perfecta combinación de ejercicio y comilonas, las expectativas de perder peso en Enero-Febrero se difuminan un poco. Se ha cancelado la dieta en casa debido a la operación de juanetes de mi madre, y la vuelta a las clases me deja sin tiempo para hacer tanto ejercicio como quisiera. Voy a tener que sacar fuerzas de dónde no las hay para sustituir las horas de sueño por horas de ejercicio, además de resistirme a una de las tentaciones que más me gustan en el mundo: comer.


Yo soy una de esas personas que tanto odia Cameron que no saben qué hacer con su vida. A pesar de que este año terminaré mi segunda carrera y que, a primera vista, pueda parecer un chico de éxito, lo cierto es que mis ambiciones son tan grandes que se tornan casi imposibles, y la pereza y apatía en las que estoy sumido desde hace un par de años me impiden generar más textos que estos que aquí leéis, por lo que tampoco es que haga mucho por solucionarlo…
Me estoy empezando a ver como uno de esos encargados de restaurante de comida rápida de 50 años y, sinceramente, me aterroriza.

Es mi tercer cumpleaños consecutivo soltero. Y lo digo como si yo tuviera una lista infinita de exs y esto fuera algo sorprendente en mí, cuando es más raro verme con pareja que en bragas y tacones. Después de un reciente fracaso sentimental, actualmente me debato entre dos fornidos hombres. Uno es un chico pijo de la jet set con carita de cateto bonachón (pero muy morboso) que bebe los vientos por mí a pesar de que aún no nos conocemos en persona, lo cual me molesta bastante. Está muy motivado con el tema y me acaba de mandar un mensaje de cumpleaños que incluía la frase “siento no A VERTE llamado”… El otro es un espécimen perfecto de hombre, con un bronceado natural, un cuerpo de escándalo (especialmente el culo) con un vello estratégicamente repartido y una sonrisa matadora. Pasamos una encantadora tarde antes de Navidad llena de sexo, charlas y duchas juntos. Maravilloso. Tiene pintas de hetero, juega al War of Warcraft y tiene un trabajo estable y apartamento propio. Por elegir, me quedaría con el segundo, pero empiezo a sospechar que pasa un poco de mí…
Lo cierto es que, aunque los dos estuvieran loquitos por mí, acabaría aburriéndome de ambos muy pronto. Para el sexo soy muy liberal y de mente abierta, pero a la hora de encontrar un hombre que me enamore tengo las miras demasiado altas, por lo que mi única opción acaba siendo la soltería y la soledad. Terrible.


Así que así estamos. Yo de mozo pensaba que con esta edad mi vida estaría más que resuelta: tendría mi propio piso en el centro de alguna gran ciudad, estaría haciendo ya mis pinitos en el mundo del cine y tendría un novio maravilloso que se quedaría a dormir en mi casa casitodas las noches, ambos con unos cuerpos esculturales dignos de The Raging Stallion. Y en lugar de eso estoy así.


Cumplo un cuarto de siglo (que dicho así me aterra) y no tengo ni salud, ni dinero, ni amor. Esto es peor que cuando Björk se quedó cegarruta… por lo menos ella tenía su propio musical.



Emmett.

2 comentarios:

  1. Bueno, tú tu musical también lo tienes, al menos planeado.

    Skiiin tight uh! uh!

    Wallace.

    ResponderEliminar
  2. Tu no eres "de mente abierta", eres "abierta de patas". Por cierto... no es que sea tan tan difícil verte con bragas y tacones, ¿eh?

    Uy, qué hostil me ha quedado el comment siendo tu cumpleaños...
    Te pongo unos corazones para suavizarlo.
    <3<3<3

    Cameron.

    ResponderEliminar