lunes, 26 de diciembre de 2011

Body Talk: Part 1, por Emmett Honeycutt.



Como podéis ver, mis compañeras son chicas de carrera. Wallace es un hombre de provecho con un trabajo en un hotel de lujo (aunque pestoso) y una cuenta corriente digna de Mujeres Ricas, y Cameron es un cerebro con plumas, con sus tres carreras y dos másteres, y su trabajo de profesor en la universidad de nuestro querido Woodsboro.

Ahora me toca a mí hablar de mi herramienta de trabajo: mi cuerpo serrano.


Mi vida podría relatarse episódicamente siguiendo la estela de mis cambios físicos.
Nací ya rozando los 4 kilos, como un niño rollizo, sano y feliz. El bebé más guapo que jamás se haya visto (y puedo demostrarlo). En esa etapa la corpulencia está bien vista, es buena señal.

De niño, entre los 5 y 12 años, era un chico grandote, sí, pero no gordo. De hecho, las fotos ya muestran cambios considerables en mi peso, siendo en algunas un niño anchote y adorable, y en otras un canijo con pelazo  a lo Nick Carter. Era muy amanerado y alegre, y a pesar de eso era muy popular entre mis compañeros.

En la pubertad y comienzo de la adolescencia, de los 13 a los 16, fui un niño GORDO. Supongo que la aceptación de mi homosexualidad, ligada a mi alto nivel intelectual, conllevó hábitos culturales alternativos que no podía compartir con el resto de niños de mi edad. Aparte de las pajas con la fotonovela de la Bravo y el torso desnudo de Steve Guttenberg, me gustaba mucho leer y ver cine clásico en casa. Mientras mis compañeros jugaban al fútbol, yo pintaba o estudiaba. Cuando leían El Barco de Vapor o Harry Potter, yo estaba con Stephen King o Henry James. Cuando veían pelis infantiles o comedias adolescentes, yo me hacía maratones de Hitchcock y Billy Wilder. Cuando ellos escuchaban a Laura Pausini o Marta Sánchez, yo escuchaba… lo mismo.
Todo planes muy moviditos como podéis ver… Acabé lasecundaria como una adolescente enamoradiza, sentimental y muy cultivada de 122 kilos de peso. El término “rollizo” ya no era lo mismo.

El estrés de hacer bachillerato en un nuevo instituto me hizo perder unos 20 kilos en un verano, apareciendo entre mis nuevos compañeros como un joven guapete, simpático y simplemente rellenito. Así me mantuve hasta la universidad, lo que me permitió perder la virginidad con mi mejor amigo y primer gran amor: un chico negro que en ese momento me parecía el más papachongo del mundo.

Luego, durante la universidad pasé de ser un chico rellenito a ser un perfecto espécimen de moderna anoréxica, gracias a mi fuerza de voluntad que me hizo perder 10 kilos, sumado a una grave enfermedad con la que perdí otros 10. ¡Estaba fabuloso!

Este look fresco y actual, que me duró cosa de 2 años, me hizo encontrar marido: un chico muy guapo y muy marica que físicamente era mi prototipo de hombre perfecto, aunque con menos rabo, la verdad. Estuve 2 años con él, que me estuvo cebando como si pensara sacrificarme para las fiestas, y para cuando lo dejamos yo estaba triste, desamparado y hecho un auténtico adefesio gordo y seboso.

Como estaréis viendo, la montaña rusa que es mi vida emocional se refleja en mi cuerpo constantemente. Así que no fue de extrañar que volviese a adelgazar a la velocidad del rayo cuando me quedé soltero. Me apunté al gimnasio y comía menos (ya no me cebaban). Sinceramente: me habría follado.
Estaba mejor que nunca, y pasé un verano maravilloso junto a Wallace Wells en el que salíamos cada noche y nos ligábamos a un maromo más apuesto y varonil cada vez…




¿Y ahora qué?

Ahora, con la depresión de una nueva carrera que no me entusiasma en absoluto, la pereza y el sinsentido de mi vida, he dejado mi cuerpo de la mano de Dios, a la deriva entre chocolatinas, helado del Mercadona y una vida muy sedentaria… Peso: 103 kilos.
Así que he decidido que con el comienzo del año, o mejor dicho con el comienzo de las Navidades, voy a retomar la actividad física y a volver a ser el chico joven e imponente que era en el verano de 2010. De momento ya llevo 2 días con sesiones de footing intensivas, y contando…


Y es que, mi nivel de “ingresos” está decayendo considerablemente debido a mi deterioro físico, y necesito volver a ser la chica sexy que era antes, y sentirme querido por los hombres de nuevo…


Podéis considerar este blog, en parte, un seguimiento de mi plan para conseguir un cuerpo 10 y, quién sabe, quizás hasta presenciéis mi debut en el mundo del modelaje profesional.

Empezamos la cuenta atrás... Os seguiré informando.

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